
Fuente: SNMPE
En el emotivo homenaje que el Congreso de la República rindió a los valientes responsables del Operativo Chavín de Huántar, la voz de los mineros que hicieron posible la hazaña se elevó para denunciar una deuda pendiente del Estado. Nemesio Aliaga, uno de los trabajadores que arriesgó su vida construyendo los cruciales túneles secretos, expresó con firmeza el olvido y las dificultades económicas que persisten para él y sus compañeros, a pesar de las promesas de reconocimiento.
«Fuimos amenazados por los terroristas, llegando incluso la empresa Centromin a retirarnos de nuestros trabajos, solamente manifestando que lo hacían por medidas de seguridad, y por ciertas promesas que nunca nos cumplieron», declaró Aliaga ante la representación nacional, reviviendo un capítulo esencial pero frecuentemente relegado de la histórica operación de rescate.
La construcción de los túneles, una tarea silenciosa y peligrosa, fue un factor determinante para el éxito del Operativo Chavín de Huántar, que culminó el 22 de abril de 1997 con la liberación de 72 rehenes que permanecieron cautivos durante 126 angustiantes días en la residencia del embajador de Japón a manos del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). La habilidad y valentía de estos mineros permitieron una infiltración sorpresa de los comandos de las Fuerzas Armadas, desarticulando a los terroristas y salvando las vidas de los secuestrados.
Según los testimonios de los propios mineros, su labor, realizada en la clandestinidad y bajo la constante amenaza del grupo terrorista, fue fundamental para la estrategia militar. Sin embargo, a pesar de su contribución invaluable a la pacificación del país y el riesgo extremo al que se expusieron, muchos de estos trabajadores y sus familias han enfrentado precarias situaciones económicas y un persistente sentimiento de abandono por parte de las autoridades.
La denuncia de Nemesio Aliaga adquiere mayor relevancia en el contexto de la conmemoración del heroísmo de los comandos que ejecutaron el rescate. Mientras su valentía es celebrada y recordada, la crucial participación de los mineros, que allanaron el camino hacia la libertad desde las sombras, no ha recibido la misma atención ni el seguimiento de las promesas que se les hicieron en su momento.
Estos trabajadores, reclutados por su pericia en excavación y su capacidad de mantener el secreto, trabajaron incansablemente, conscientes del peligro que implicaba su labor. La promesa de reconocimiento oficial y apoyo económico, que según Aliaga provino incluso de la empresa estatal Centromin, quedó en gran medida sin cumplir para muchos de ellos, dejando una sensación de injusticia y olvido.
Si bien en 2018 el Congreso de la República otorgó a este grupo de trabajadores la distinción de «Defensores Calificados de la Democracia», un reconocimiento honorífico a su contribución a la pacificación nacional, para muchos de ellos este gesto no se tradujo en el respaldo tangible que esperaban y necesitaban.
La valiente denuncia de Nemesio Aliaga en este significativo homenaje subraya la urgente necesidad de que el Estado peruano revise la situación de estos héroes anónimos y cumpla las promesas que se les hicieron hace casi tres décadas. A 28 años de la Operación Chavín de Huántar, su testimonio es un llamado a la memoria y a la justicia, recordando que el reconocimiento debe extenderse a todos aquellos que, con su esfuerzo y sacrificio, contribuyeron a un momento crucial en la historia del país. La sociedad peruana tiene una responsabilidad moral con estos mineros, cuyo silencio y arduo trabajo fueron pilares fundamentales para el éxito de uno de los rescates de rehenes más emblemáticos a nivel mundial.