
Fuente: Bloomberg
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En el corazón de los Andes peruanos, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, una comunidad indígena ha desafiado el status quo al establecer una de las minas informales de cobre más grandes del mundo: Apu Chunta.
Miles de agricultores quechuahablantes de la comunidad campesina de Pamputa, antaño sumida en la pobreza, ahora extraen cobre por un valor de 300 millones de dólares anuales, distribuyendo las ganancias directamente entre la población. Este auge, impulsado por la creciente demanda global de cobre para la transición a energías limpias y los precios récord del metal, plantea un conflicto existencial para la gran minería en Perú.
El conflicto: Derechos ancestrales vs. Concesiones mineras
El problema radica en la compleja legislación peruana, que separa la propiedad de la tierra de los derechos sobre los minerales subyacentes. A pesar de que la comunidad de Pamputa ha cultivado la tierra durante siglos, los derechos del subsuelo pertenecen a la gigante minera Las Bambas, controlada por la estatal china MMG Ltd., que adquirió las concesiones en 2004.
Las Bambas, con una inversión de 10.000 millones de dólares, se encuentra ahora en curso de colisión con los mineros informales de Pamputa, quienes operan la mina Apu Chunta. La empresa china planea expandir sus operaciones, construyendo un tercer tajo abierto en tierras reclamadas por la comunidad indígena, y ha presentado más de cien denuncias por minería ilegal contra los mineros locales.
Un dilema para el gobierno peruano
El gobierno peruano se encuentra en una encrucijada, dividido entre proteger la inversión extranjera y reconocer los derechos de las comunidades indígenas. Las Bambas, la mayor inversión privada en la historia del país, genera importantes ingresos fiscales a través de regalías, mientras que los mineros informales operan al margen de la ley.
El Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo), que permite la operación de mineros informales con ciertos requisitos, ha sido un punto de controversia. Las Bambas exige la exclusión de los mineros de Pamputa del Reinfo, alegando robo de sus minerales, mientras que los pequeños mineros, con creciente influencia política, han logrado extender la vigencia del registro.
Impacto global y económico
La resolución de este conflicto tendrá repercusiones a nivel global, afectando la cadena de suministro del cobre, un mineral esencial para la fabricación de cables eléctricos utilizados en dispositivos electrónicos y vehículos eléctricos. La producción informal de cobre en Perú, que llega a los almacenes de grandes traders como Trafigura, Glencore e IXM, representa una oportunidad para estas empresas en un mercado con escasez de oferta.
Sin embargo, la minería informal plantea desafíos en términos de seguridad laboral, impacto ambiental y eficiencia en la extracción de minerales. Además, la falta de acuerdos entre grandes mineras y pequeños productores para aprovechar concesiones en desuso limita la oferta futura de cobre.
Un nuevo modelo de minería
La comunidad de Pamputa, impulsada por el éxito de Apu Chunta, rechaza el modelo tradicional de compensación financiera por la venta de tierras, como el adoptado por otras comunidades en el pasado. En cambio, abogan por un modelo de minería que beneficie directamente a la población local, generando empleo y desarrollo económico en la región.
El auge de la minería artesanal de cobre ha transformado la vida en Pamputa y pueblos cercanos, donde se construyen nuevas viviendas, se abren negocios y se invierte en infraestructura. Sin embargo, también plantea desafíos en términos de legalidad, seguridad y sostenibilidad a largo plazo.
Un conflicto en escalada
El conflicto entre la gran minería y las comunidades indígenas en Perú se extiende más allá de Pamputa. Operaciones mineras informales han interrumpido proyectos de Southern Copper Corp. y First Quantum Minerals Ltd., y se han registrado episodios de violencia relacionados con la minería ilegal.
La situación en Perú refleja un problema global, con minería informal en auge en países como la República Democrática del Congo y Brasil. La resolución de este conflicto en Perú sentará un precedente para la industria minera a nivel mundial, definiendo el futuro de la extracción de cobre y el equilibrio de poder entre las grandes empresas y las comunidades locales.